Acuña: “A Ferro lo llevo en el corazón”
Ocho años y medio pasaron de aquel 8 de junio del 2014 en el que se retiró lesionado en una camilla, ovacionado por todos y cada uno de los que se acercaron a Caballito a ver el triunfo de Ferro sobre Brown de Adrogué por 1 a 0.
Entonces ya se mencionaba su posible salida a Racing, después de 117 partidos con un rendimiento excepcional en la Primera B Nacional. Se olfateaba un futuro ambicioso y los aplausos tenían aroma a despedida. Meses después saldría campeón y se luciría durante más de dos años en la Primera División. Llegaría a la Selección, se instalaría en Lisboa, en Sevilla… y volvería a Caballito cuando el estrecho calendario europeo se lo permitía.
Esta vez fue muy distinto. Tras conquistar el planeta y ser recibido por más de cinco millones de argentinos y argentinas, regresó una tarde para agradecerle a la gente que lo ayudó a crecer.
Recorrió el vestuario y observó con atención cada detalle de la nueva cancha Auxiliar, muy distinta a la que conoció en su etapa de formación. Se tomó un tiempo para jugar con niños y niñas de las Vacaciones Alegres, le obsequió una camiseta a la pensión y recibió con una sonrisa su nuevo carnet de Socio Honorario del Club.
Antes de partir, se tomó unos minutos para hacer una pequeña reflexión. Y recordó con muchísimo amor a las personas que lo cuidaron cuando pasaba sus días en las paredes del Anexo de Federico García Lorca.
– Marcos, volviste a Ferro siendo Campeón del Mundo. ¿Qué te pasa por el cuerpo y por la cabeza en este momento de tu vida?
– Antes que nada gracias, gracias por el recibimiento que me hicieron. Fue muy lindo entrar a la pensión y recordar todo el sacrificio que hice para poder lograr el sueño de cualquiera que empieza a jugar al fútbol: primero, jugar en la Selección, y después ganar el título máximo.
– ¿De quiénes te acordaste cuando caíste en que habías ganado el Mundial?
– Caer creo que todavía no caigo, es algo inexplicable lo que conseguimos. Me acordé de mi infancia, de mis primeros pasos en el fútbol, de mi familia que estaba en la cancha, fueron muchas emociones juntas.
– En ese sentido, ¿qué crees que te aportó Ferro para que pudieras dar el salto, primero hacia Europa y después al mundo?
– La formación más que nada, me formó como persona. Cuando yo llegué me abrió las puertas, me trataron muy bien. En la pensión fui conociendo chicos de distintos lados que tenían el mismo sueño que uno, y también me fui agarrando de las vivencias por las que pasábamos para llegar a jugar profesionalmente. Estoy muy contento con la gente que trabajó cuando yo llegué desde Zapala.
– ¿Soñabas, cuando estabas en estas paredes, que podías lograr títulos con la Selección Argentina?
– Obviamente, uno sueña siempre a lo grande cuando comienza. Pero después a los sueños hay que ayudarlos con comportamiento, con profesionalismo, y así me parece que lo que uno cree se puede alcanzar. Trabajando desde la humildad se pueden conseguir cosas como las que yo logré.
– ¿Te impactó ver el recibimiento de los argentinos y argentinas en las calles? ¿Esperabas algo similar? ¿Qué fue para vos ese momento, recorrer el trayecto con tanta gente agradecida hacia ustedes?
– Fue algo impresionante, la cantidad de gente que había… no me imaginaba tanto. Pero antes de salir a la caravana, estábamos mirando la televisión en el predio de Ezeiza y decíamos: ‘es una cosa inexplicable lo que está pasando’”
– Por último, ¿un mensaje que le quieras dejar al hincha de Ferro?
– Estoy agradecido por el trato que tuvieron conmigo siempre, hasta hoy lo siento. A Ferro lo llevo en el corazón y también estoy muy feliz por cómo el Club ha crecido desde que yo me fui.