“Ferro siempre ha sido para mí un motivo de orgullo”
En un rincón del norte argentino se encuentra Gastón Gardella, un escritor tucumano, hincha y fanático de Ferro. Por su lejanía, sigue al verdolaga a la distancia, pero cada vez que el equipo visita su provincia, él es el primero en ir a La Ciudadela o al Monumental para reencontrarse con su gran pasión. Hace pocos días, fue premiado por la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) por su libro “Tienda de Antigüedades” y muy amablemente habló con Ferro Oficial para expresar su alegría y, por supuesto, charlar del gran amor que le tiene al club.
– Ganaste el premio de honor de la SADE, ¿qué significa para vos?
– Recibí el premio “Faja de honor 2024” en la categoría “Cuento”, por mi libro “Tienda de Antigüedades” y sinceramente, una vez que tomé dimensión de la relevancia de dicho premio, me sentí muy honrado con semejante distinción. Que mi puñado de historias, aventuras y filosofadas haya sido seleccionado entre tantísimas obras de, seguramente, altísimo nivel, ha sido algo completamente satisfactorio. Además el hecho de pensar que los que lo eligieron son colegas escritores. Es a la vez de un orgullo personal, un gran logro para Elion Ediciones, la editorial de la cual soy socio fundador, junto a Diana Caffaratti y Mario A. Grasso, también escritores. Ya que nuestra empresa es pequeña y viene trabajando en el mercado literario hace pocos años, haber alcanzado este premio, es motivo de gran alegría, al mismo tiempo una renovación con el compromiso que tenemos con la calidad y la dedicación que le ponemos a cada libro que editamos y publicamos.
– ¿Cómo surgió el libro Tienda de Antigüedades? ¿Qué fue lo que te llevó a lograr este premio?
– Son varias las causas. Una, es el sueño de todo escritor o de toda persona que pretende serlo: “escribir un libro” (ya tengo los hijos, me falta plantar el árbol). Otro motivo es porque amo la ciencia ficción y los cuentos que componen Tienda son una forma particular de abrazar ese maravilloso género. Finalmente, mis cuentos están embebidos por mis pensamientos, mi filosofía e ideología, lo impregnan todo. ¿Para qué ocultarlo? Alguien dijo alguna vez: “Todo libro es una autobiografía”. A través de mis cuentos busco volver a darle el valor que ha perdido el Ser Humano, como individuo, como ser capaz de infinitas y maravillosas proezas. Valor que ha sido invisibilizado por tanto culto a lo abstracto, a lo colectivo, a las masas. Y con ese valor de ser humano como individuo, también valorizar la libertad y la interacción humana libre y voluntaria.
Junté para el libro un par de cuentos que ya tenía escritos y completé con nuevos que escribí exclusivamente para esta publicación. A los cuentos viejos tuve que adaptarlos para poder encajarlos con la omnipresente “Tienda de Don Velázquez”.
– ¿Qué significa Ferro en tu vida?
– Ferro siempre ha sido para mí un motivo de orgullo. Nunca me importaron las coyunturas. Siempre con el pecho inflado, gritando a los cuatro vientos mi pasión por el club, su historia y su esencia. Cualquier cosita vinculada con Ferro, la luzco como si fuera la más costosa de las joyas. Y, como vivo en Tucumán, y hasta acá es muy difícil que lleguen cosas relacionadas a Oeste, hasta me he fabricado yo mismo escuditos del club para llevarlos aunque sea de llavero. Mi sentimiento por Ferro va más allá de los logros deportivos, reconozco el valor histórico que tiene el club. Su nacimiento responde a un contexto de una Argentina pujante –y que ojalá volvamos a ser pronto–, por eso veo tan valiosas cosas simbólicas como la locomotora que aún se conserva en el club. Y mirá… ahí tenés un ejemplo de lo que es ser de Ferro: ¿te acordás cómo los socios defendieron la locomotora? ¡¡Somos Ferro, carajo!!
Hay muchos motivos más, muchas cosas que hacen a la esencia del club, que me hacen blandir con orgullo esa bandera verde que tanto amamos.
– ¿Cómo es tu relación con el club actualmente?
– Lamentablemente, por la distancia, no puedo disfrutar del club. Soy un simple hincha que cada vez que Ferro viene a Tucumán -por suerte San Martín no ascendió… que no me lean mis amigos cirujas- voy a verlo a La Ciudadela o al Monumental. Y disfruto a más no poder, con el simple hecho de ver a mi equipo defender la verdolaga, de poder cruzarme con algún jugador en los pasillos, de juntarme con amigos llegados desde Buenos Aires.
– ¿Cuáles son tus mejores recuerdos como hincha de Ferro?
– Cómo todo hincha de Ferro, con más de 40 años, los dos recuerdos más importantes e imborrables son 1982 y 1984. En el 82, cuando tenía poco más de 8 años, un amigo de mi papá me dijo (al ver mi interés por el fútbol): “Miralo a Ferro”. Y vi a un equipo con camiseta gris jugar de forma maravillosa y al final, salir campeón… (sí, me hice hincha porque Ferro me conquistó a través del televisor en blanco y negro). En el 84 pisé por primera vez “El Templo”, y fue justo en aquella noche del 1 a 0 a River. Lo vi al “Fino” Cañete hacernos felices.
El último recuerdo que tengo es del año que San Martín salió campeón de la B Nacional, en medio de la temporada Ferro vino a Tucumán. Fue uno de los últimos campeonatos con hinchada visitante, por lo que había venido una importante delegación de Buenos Aires. Perdimos 3 a 0 pero eso no importó. Ver a Ferro era como estar tocando el cielo, cosa que no entienden quienes tienen la dicha de verlo seguido en casa. Cuando terminó el partido, a pesar de la gran victoria del Santo, la popular ciruja nos despidió con aplausos, asombrados por nuestra pasión, como dije, incondicional.